Algunos payasos divierten, otros simplemente sonríen
tristemente intentando divertir.
Quizás esa ironía sea lo más gracioso
del “mundo de las marionetas”.
Ese mismo en el que el humo sale de sus bocas.
El mismo en el que el humo tapa hoyos
y los transforma mágicamente.
¿Qué payaso llega primero a la sonrisa del niño?
No es fácil...
Me pregunto si alguno de los dos tipos
siquiera puede hacerlo feliz.
(Colmillos de acero).
Alguien una vez se refirió a una carcajada
como “mandíbula batiente”.
Realmente así se veía...
aunque también esa estrepitosa risa
Se hacía con los ojos, la frente y el cuerpo entero.
Las manos, el estómago...también.
Trazo fino para una alegría.
El payaso no es inerte. Ninguna de las dos clases en realidad.
En pocas cosas se diferencian:
el resultado puede ser el mismo.
En tal caso...el fin.
Sin disimulos y la transparencia intacta,
el payaso cumple y vuelve a lo suyo:
...
No es insignificante la risa de quien no sea niño,
pero es verdad que no es tan gratificante como tal.
¿Por qué tantos colores? ¿Por qué tanta pintura?
No ven la magia a menos que sean niños.
Eso al payaso no le preocupa, no.
A veces puede perturbarle la “no risa”, pero nada cambia:
al ritmo de la música...con altura.
No es lo mismo caminar arrastrando los pies
que hacerlo a paso firme.
El payaso lo hace con sus grandes botas.