miércoles, 14 de enero de 2009

LAMENTO POR LA MUERTE DE LA HISTORIA

La Iniciación era muy formal.
Los invitados, sin bien algo desordenados,
inocentes todos presentes,
bien dispuestos para el comienzo del examen final.
Al momento, nadie sabía
el destino de la reunión.
El Templo, de varios pisos de gran altura,
con enormes gárgolas en cada uno
de sus blacones, y en el techo todo,
vitreaux por demás colorido:
y la luz del sol todavía afuera, brillante.
La vista resultaba sublime
desde cualquiera de sus ángulos.
Todos en orden y en silencio.
¿Cuándo fue el momento
en que las sillas se vaciaron
y los presentes inocentes ocuparon
las galerías bajo los balcones?

Pocos fieles, responsables feligreses
testificaron el comienzo del incendio
ante la sorpresa de los congregados.
Las ardientes gárgolas cambiaron sus ojos
de color y expresión mientras el fuego
se propagaba a través de los pisos,
hasta llegar al frágil cielorraso.
Lamento para la Historia,
comenzó a resquebrajarse,
cayéndose luego sobre las cabezas y caras
de los inmóviles creyentes:
(adolescentes observaron el espectáculo).
Lágrimas de cristal adormecido,
miradas de fuego cruzado
y desconcierto:
el color del cielo cambió.
Las puertas están abiertas ahora
para unos pocos,
que lentamente van saliendo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

uff, que momento...

recuerdo

Julia dijo...

La poesía de Cromañón.